Ni estudian ni trabajan y los sociólogos españoles le han denominado la generación “ni-ni”. “Este grupo responde al descontento de los jóvenes de ver que no logran trabajos que se ajusten a sus esfuerzos. Muchos están sobrecalificados y se sienten vulnerados en sus derechos. Se preguntan: ‘Para qué seguir estudiando si elmercado no va a valorar el sacrificio y recibiré bajos salarios’. Pero esta situación es posible porque ellos tienen la manutención y un techo asegurados, cosa que no ocurre en estratos bajos ni marginados”, comenta Juan Eduardo Faúndez, sociólogo y director del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV).
“Esta generación “ni-ni” se está dando en Chile, pero sólo en los estratos medios y medio emergente, porque el tema de las sobrexpectativas aquí es fuerte. Tiene que ver con la decisión de una clase que ve que endeudarse no ha tenido una relación directa en términos de beneficios. Eso implica darle tres vueltas al hecho de trabajar o bien esperar a que las condiciones mejoren. En época de contracción económica y, teniendo asegurado un techo, algunos deciden esperar”, añade.
Con todo, el director de INJUV es claro en señalar que en los estratos socioeconómicos más bajos, los jóvenes que ni trabajan ni estudian en Chile viven una situación distinta a la del segmento más alto. Para los primeros no existe opción, ni un rechazo voluntario por fastidio o indolencia. “Ellos no trabajan porque no tengan posibilidades o porque carezcan de interés. Es una cuestión de oportunidades”, agrega Faúndez.
Raúl Zarzuri, sociólogo e investigador del Centro de Estudios Socioculturales no tiene tan claro que en Chile exista con fuerza una población juvenil que, por opción personal, no quiera hacer nada: “Se puede dar la posibilidad de que dejen el empleo durante un tiempo de forma voluntaria, pero en estratos económicos altos y por períodos cortos. En los sectores más bajos esto es casi imposible que ocurra porque los jóvenes deben apoyar a sus familias”. Además, descarta que los chicos chilenos no realicen cosas, porque los adultos, asegura, interpelan al joven para que sea productivo. A su juicio, en este país es social y culturalmente mal visto no trabajar.
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